De ahora en adelante.
La soledad es vencida de una forma abrumadora por el nerviosismo; con quince años, cualquier novedad es un mundo de sorpresas, una incertidumbre que el paso del tiempo convierte en rutina. Mi primer día de Instituto; atrás han quedado mis amigos de colegio y mis pantalones cortos, tan solo me acompaña el deber de la obligación, y mis complejos. Durante los diez minutos de trayecto hacia la parada del autobús, echo de menos a mi amigo Curro, que hará bachiller en la Universidad Laboral y recuerdo el amargo llanto al saber que no estudiaríamos juntos, aunque ya poco importa, en cada paso que doy difumino mi pena con una estoica resignación. Mi carpeta de anillas, un bolígrafo y un montón de miedos me acompañan cuando subo al autobús; instintivamente me acomodo en la esquina que forma la parte trasera y el lateral y en cada parada, descubro nuevos rostros, nuevas calles, nuevos gestos que irán enriqueciéndome en el conocimiento del ser humano. Cuarenta y cinco mi...