Lo que el miedo esconde
Me dirijo a casa de mi ex mujer; voy a recoger a mi hijo, he pensado llevarlo a los carricoches de la feria de un pueblo cercano. Al llegar, el gato negro del vecino, se me cruza tres veces, casi se me enrolla entre los pies y me hace caer; el dueño de aquel animalucho seguro que se la beneficia, y más por meritos de ella que por atributos de él, ese insaciable furor uterino, le hace disparar a cualquier pájaro que se mueva, aún estando enjaulado detrás de una cremallera, es su naturaleza y motivo del divorcio, si bien, ella siempre alegó ciertas sospechas sobre mi hombría. Juanito ya me esperaba en la puerta, sentí deseo de subir y comprobar si podía dormir sola, pero solo el pensamiento que en nuestra ex cama hubiera overbooking me hizo desistir. Fue entrar al pueblo y meternos en una calle sin salida, de la que tuve que salir marcha atrás, maniobra de la que nunca fui muy hábil. Afortunadamente solo fue mi espejo retrovisor el que salió por los aires al d...