soledades anónimas capitulo II
El pitillo de la ma ñ ana apaga con efectividad la seca tos que me rompe la garganta. Cualquier d í a me dar á billete de ida al otro barrio, pero hasta ese momento, el humo me hace entornar los ojos ante una vida que no se merece contemplar con ojos muy abiertos. Apago el pitillo antes de entrar en la cafeter í a; esta man í a de cuidar de la salud de los ciudadanos har á que un d í a no podamos ser due ñ os de nosotros mismos, y mucho menos de nuestros sue ñ os. Al entrar observo una pareja sentada uno en frente del otro, donde pasan desapercibidas dos tazas de caf é ; no se hablan, ni se miran, teclean ansiosos un peque ñ o m ó vil al que sonr í en bobaliconamente. Debimos adivinar que todo invento que nace fruto de las guerras solo nos puede llevar a una ventana abierta a lo desconocido e incontrolable. La red archiva y valora nuestras vidas y pensamientos, somos realmente vulnerables, todo puede saberse, nuestros ahorros, nuestras gustos, nues...